La IV Zona Naval de la Armada y VI División del Ejército de Chile invitan a la comunidad a la conmemoración del 143 aniversario del Desembarco, Asalto y Toma de Pisagua, actividad que se desarrollará este miércoles 2 de noviembre en la vecina localidad.
La ceremonia contará con la presencia de autoridades comunales y regionales y es coordinada por la IV Zona Naval de la Armada y la VI División del Ejército de Chile.
Asalto y Toma de Pisagua – 2 de noviembre de 1879
Mediante el desembarco de las sucesivas oleadas, el combate cobró mayor vigor, y tras bravo esfuerzo, las tropas chilenas llegaron hasta la pampa del Hospicio en la cumbre de la meseta.
La consideración más importante para la realización de la Campaña de Tarapacá, era la elección del punto de desembarco.
La ubicación del ejército peruano del sur concentrado en Iquique, y del ejército del norte concentrado en la zona de Arica-Tacna, hacía evidente la elección de un punto que impidiera la reunión de ambos. Debía elegirse un lugar al norte de Iquique.
Se decidió desembarcar en Pisagua, que contaba con una guarnición de 1.400 soldados y cuya bahía estaba defendida en sus extremos norte y sur con cañones Parrot de 100 lbs.
El 28 de octubre se embarcaron en Antofagasta 9.500 soldados para el asalto anfibio.
El convoy zarpó y a las 7 de la mañana del 2 de noviembre recaló en Pisagua y el blindado «Cochrane» y la corbeta «O’Higgins» , a cargo del Comandante Juan José Latorre Benavente y el Capitán Jorge Montt Alvarez, respectivamente, atacaron el fuerte sur. Casi simultáneamente rompían el fuego contra el fuerte norte la cañonera «Magallanes» y la goleta «Covadonga» , mandadas por el Capitán Manuel Orella Echanez y el Capitán Carlos Condell de la Haza.
El fuerte norte logró contestar sólo un cañonazo, y quedó silenciado por la excelente precisión de la artillería chilena.
En el fuerte sur hubo mayor resistencia, pero el alto porcentaje de impactos de los buques la dejó pronto inoperante.
A las 8 de la mañana se podía iniciar el desembarco.
Prestamente salía de los buques la primera oleada de desembarco con 450 soldados en 17 embarcaciones.
Los peruanos y bolivianos se parapetaron detrás de las rocas y abrieron fuego de fusilería, causando numerosas bajas entre la tropa y bogas.
En medio de esta lluvia de balas, los chilenos llegaron a la playa, saltaron de los botes y con el agua a la cintura se precipitaron sobre las trincheras, para iniciar, después de abatir a los defensores, la penetración hacia el interior, mientras las embarcaciones regresaban a bordo en busca de una segunda oleada.
El ascenso fue penosísimo, por un camino empinado, arenoso y difícil, pero aún así hacían estragos en el enemigo, que huía hacia lo alto.
Con la artillería de los buques se atacó exitosamente el ferrocarril y los montones de carbón y salitre, donde se mantenían refugiadas gran parte de las tropas enemigas.
Las granadas navales encendieron el salitre y comenzaron los incendios.
Mediante el desembarco de las sucesivas oleadas, el combate cobró mayor vigor, y tras bravo esfuerzo, las tropas chilenas llegaron hasta la pampa del Hospicio en la cumbre de la meseta, realmente agobiadas por el cansancio.
El enemigo había retirado ya sus efectivos hacia el interior.
Las naves, que ya silenciaban sus cañones pudieron ver a las tres de la tarde como el Teniente Rafael Torreblanca del Regimiento Atacama, clavaba la bandera chilena en un poste de Alto Hospicio.
Las bajas chilenas fueron de 58 muertos y de 173 heridos; las de los aliados fueron calculadas en 200 entre muertos y heridos.
Con este desembarco, las fuerzas chilenas se ubicaron como cuña entre el ejército aliado de Tarapacá y el de Tacna y abrieron un importante acceso al territorio enemigo.
La campaña terrestre se había iniciado con una victoria conjunta de las Fuerzas Armadas de Chile.
Este hecho constituye el primer desembarco anfibio orgánico efectuado en el mundo y se ha convertido en un ejemplo típico, tanto por su organización, como por su ejecución.
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