El atentado que, en palabras del presidente de Argentina, Alberto Fernández, sufrió la vicepresidenta, Cristina Fernández, es la cumbre de la aguda tensión política que vive el país desde el pasado 22 de agosto, cuando un fiscal pidió para ella 12 años de prisión por presunta corrupción.
Un hombre fue detenido anoche después de empuñar un arma de fuego y apuntar al rostro de la exmandataria, quien, en un gesto reflejo, se agachó en medio de los escoltas que la protegían cuando llegaba a su domicilio en el barrio bonaerense de Recoleta.
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